Hoy, día por excelencia en que se abre la veda y se permite cazar a los duendecillos de la suerte. Esos que, una vez te tocan, te dejan un aura dorada invisible, que te acompaña parte de tu vida, hasta que de repente el aura desaparece y te dejan solo en la intemperie.
Yo, no se si me he cruzado alguna vez con algún duendecillo. Más bien, podría asegurar que no. Pero... quizás ahora, mientras os escribo, mi duende esté observándome, tentado a darme parte de su gracia.
Por otro lado, los duendes matemáticos, hacen la misma operación con los números. Vierten sobre algunos de ellos un algo especial. Es por eso, que no todos los números salen en el sorteo.
Dentro de un poquito, o tal vez ahora mismo, las bolas del bombo grande estarán girando divertidas, tratando de echarle un pulso a la gravedad, subiendo, bajando, golpeándose entre ellas, para volver a subir, y bajar, hasta que el destino, les vaya dando libertad, y.... alegren el día, a los ilusos que esperamos con el boleto en mano comprobar que el número que tenemos impreso, coincida con aquel que más gritos ha traido consigo.
En fin. Mucha suerte en el día de hoy. Mucha salud para disfrutar, y ... de nuevo felices fiestas.
22 de diciembre de 2006
21 de diciembre de 2006
Por si se me olvida....
En estas dos últimas semanas, se organizan en la mayoría de las empresas comidas y cenas con motivo de la navidad. En unos casos invita la empresa y en otros sale del bolsillo de cada contribuyente. Bueno, en ambos casos sale del bolsillo del mismo, pero eso no es el tema que ahora nos ocupa.
Si teneis ocasión y oportunidad de ir a una de esas comidas en la que la empresa es la que al final de la comida extiende el cheque, podreis comprobar como existe un tipo de personas, que se colocan muy cerca de la mesa y atacan a todo plato con contenido en su interior.
En mi caso, hoy tengo la comida en cuestión, y como aún no conozco a todos mis compañeros, supongo que hoy es una buena ocasión para ver, sobre todo, la posición que ocupan cuando se de el pistoletazo de salida.
Y.. por si se me olvidara mañana..... Espero que paseis unas estupendas y muy felices fiestas de navidad, y entreis el próximo año que bien con buen pie, y con un montón de millones en el bolsillo, porque hayais sido premiados en el sorteo de la lotería de Navidad.
Digo esto porque..... la próxima semana...... VACACIONES!!!!!!!
19 de diciembre de 2006
Manda.... manda guevos!!!!
Desde tiempos inmemoriables, el hombre siempre ha sentido atracción por las posesiones del vecino, ya se tratase de una vaca, de una casa, de un terreno, ó incluso de su mujer,ó marido, llegando incluso a cometer ciertos robos ó infidelidades si se trata del último caso.
Pues bien. ¿A donde quiero llegar?
Ayer, desapareció de mi despacho una caja con 3 o 4 paquetes de folios. ¿Para que los podría querer el que se los llevó sin permiso? Pues.. supongo que querría empapelar a conciencia el cuarto del niño pequeño, o pensó en escribir una carta larguíiiisima a sus majestades los Reyes Magos de Oriente, ó quizás sufría de diarrea y no encontró papel higiénico suficiente, y tuvo que llegar a esta situación.
La verdad es que no entiendo que alguien haga algo así. Si necesitas papel, con llevarte un paquete para tus necesidades, y habiéndolo dicho antes, perfecto, pero así... con nocturnidad y alevosía...
Hace ya algunos días, de la nevera común, alguien se comió unos rollitos de salmón que no eran suyos, y que iban a servir para celebrar el cumpleaños de una de las compañeras del centro.
Esta, cuando fue a sacar los rollitos que había preparado prontíiiisimo esa misma mañana, se quedó de piedra al ver que no existía tal bandeja, rogando al cielo que castigara al culpable con una buena indigestión.
Ahora que me doy cuenta, quizás la indigestión le llegó ayer y por eso lo de los folios.
El caso es que no puedo entender que tus propios compañeros sean capaces de robarte. Está mal, si te roba un extraño, pero peor aún si el que te roba es la persona con la que te cruzas todos los días por el pasillo.
Al parecer, y siguiendo con el tema, incluso del carrito de la limpieza se han sustraído balletas o botellas de detergente. Y si te descuidas, incluso rollos de papel higiénico. (Supongo que hay mucha gente con problemas de diarrea).
Aún en el supuesto caso en que estés económicamente mal y dichas personas lo necesitaran, con pedirlo, estoy segura que se lo darían de mil amores, sin tener que recurrir a tretas tan ruines. ¿No?
15 de diciembre de 2006
Hummmmmm.
Lo que más me gusta por las mañanas, cuando me levanto, es acercarme hasta la cocina para poner el café.
Abrir el tarro que contiene herméticamente el café, disfrutar del aroma que sale buscando nuevos horizontes, y más aún si al introducir la cuchara se remueven los pequeños granitos de café.
Antaño, cuando en mi casa se compraba el café en grano, el olor que se obtenía al molerlo, entraba por la pituitaria, llegando incluso a las papilas gustativas.
El paso siguiente, como ya sabreís, una vez se ha echado el agua en el apartado correspondiente, es, colocar la cafetera a fuego. Desde lo más profundo de la tierra, el fuego confiere a nuestro café su textura líquida dispuesta para ser ingerido.
El agua sube, una vez ha entrado en ebullición y en su camino se entremezcla con los granos de café, dispuestos en su recorrido, para salir al exterior teñida ya de un color oscuro, y vestida de un bello perfume.
El olor se extiende por toda la casa, anunciando la hora de levantarse, como si de un despertador se tratase.
Su sabor amargo, y el calor con que pasa por nuestra garganta, le confieren su esencia especial. Esos minutos de tranquilidad en los que estamos solos ante el día, preparándonos para salir a hacernos un hueco en la selva de la ciudad en la que vivimos.
Hummmmm........... hummmmmm...... mi café.
Disfrutad del fin de semana.
Abrir el tarro que contiene herméticamente el café, disfrutar del aroma que sale buscando nuevos horizontes, y más aún si al introducir la cuchara se remueven los pequeños granitos de café.
Antaño, cuando en mi casa se compraba el café en grano, el olor que se obtenía al molerlo, entraba por la pituitaria, llegando incluso a las papilas gustativas.
El paso siguiente, como ya sabreís, una vez se ha echado el agua en el apartado correspondiente, es, colocar la cafetera a fuego. Desde lo más profundo de la tierra, el fuego confiere a nuestro café su textura líquida dispuesta para ser ingerido.
El agua sube, una vez ha entrado en ebullición y en su camino se entremezcla con los granos de café, dispuestos en su recorrido, para salir al exterior teñida ya de un color oscuro, y vestida de un bello perfume.
El olor se extiende por toda la casa, anunciando la hora de levantarse, como si de un despertador se tratase.
Su sabor amargo, y el calor con que pasa por nuestra garganta, le confieren su esencia especial. Esos minutos de tranquilidad en los que estamos solos ante el día, preparándonos para salir a hacernos un hueco en la selva de la ciudad en la que vivimos.
Hummmmm........... hummmmmm...... mi café.
Disfrutad del fin de semana.
14 de diciembre de 2006
Madrid..... "pa" los madrileños!
Hoy, solo haré una pequeña observación referente a un anuncio de televisión que ultimamente he visto, en el que la Concejalía de Turismo de la Comunidad de Madrid, trata de incitar al resto de pobladores del Reino, a visitar Madrid, tanto la ciudad como el resto de la provincia.
Digo esto de provincia, porque les guste o no a los madrileños, ellos tambien tienen provincia. Y no solo el resto de personas que venimos de ciudades más pequeñas, a las que ellos suelen denominar "Provincias".
Volviendo al tema del anuncio. En este, se suceden bellas imágenes de plazas, palacios, castillos, pueblos con encanto, donde el sol incide en el momento apropiado, las nubes poseen las formas más encantadoras, y en realidad el anuncio consigue que el espectador desee conocer dichos lugares.
¿El problema? Pues bien, en todas las maravillosas fotos que nos muestran con el deseo de encandilar nuestras pupilas, los paisajes, aparecen sin coches, sin bullicio, sin gente, cuando la realidad es bien distinta.
Digo esto de provincia, porque les guste o no a los madrileños, ellos tambien tienen provincia. Y no solo el resto de personas que venimos de ciudades más pequeñas, a las que ellos suelen denominar "Provincias".
Volviendo al tema del anuncio. En este, se suceden bellas imágenes de plazas, palacios, castillos, pueblos con encanto, donde el sol incide en el momento apropiado, las nubes poseen las formas más encantadoras, y en realidad el anuncio consigue que el espectador desee conocer dichos lugares.
¿El problema? Pues bien, en todas las maravillosas fotos que nos muestran con el deseo de encandilar nuestras pupilas, los paisajes, aparecen sin coches, sin bullicio, sin gente, cuando la realidad es bien distinta.
En Madrid, vayas a donde vayas, habrá no se cuantas mil personas que han tenido la misma idea, con lo cual, lo de soñar con una velada tranquila, sin gente ni ruido, queda simplemente para la televisión, cuando le bajas el volumen.
Así que... en una palabra: Madrid.... "pa" los madrileños!!
Así que... en una palabra: Madrid.... "pa" los madrileños!!
13 de diciembre de 2006
Están aquíiiiiii...................
A pesar de que ya deberían haberse extinguido, o eso es lo que nos han hecho creer, los ogros, siguen existiendo, y en algunos casos incluso comparten parte de nuestra vida.
Hace muchos, muchos años, acabaron con ellos gracias a ciertas urdicias del sabio que habitaba en la región de los Ogros.
Utilizando el oro de los Nibelungos, fueron capaz de retenerlos en sus guaridas. El oro es algo que encandila a los Ogros, y el contar y acumularlo es uno de sus vicios. De este modo los tuvieron retenidos durante muchos años.
Pero, cuando ya los ogros, cansados de contar sus riquezas decidieron salir de sus cuevas, los entonces pobladores, tuvieron que recurrir al anillo del Nigromante. Gracias a este anillo, pudieron atraer a los ogros y someterles a su voluntad.
Mientras el anillo fue pasando de padres a hijos, el problema se solventó y la paz habitó entre los humanos.
Pero... las discrepancias que fueron creándose en el seno de las familias, fueron debilitando los poderes del anillo, hasta tal punto, que los ogros se hicieron fuertes y lograron salir al exterior. Una vez fuera, el poder del anillo se volvió a su favor, confiriéndoles forma humana, de tal modo que consiguieron mezclarse con los humanos sin problema y logrando así la perpetuación de su especie.
Ahora, pululan a nuestro lado. Ya no se les reconoce por ese acusado olor a azufre, puesto que en su epidermis llevan incluso perfumes de diseño, pero... de cuando en cuando, algún bufido les delata. Tienen los hombros anchos y en ocasiones, para disimular su grotesca voz, la elevan para provocar miedo en aquellos que les rodean. Eso si, sin violencia, en esta ocasión.
Como ya os he dicho, es difícil reconocerlos, pero si estaís cerca de alguno, seguro que terminaís deducciendo su real perfil de ogro. Tratan de someter a todos los que tienen cerca. Quizás pueda ser un compañero de trabajo, un comerciante de algún Centro Comercial, un conductor de algún medio de transporte, ó... vuestro jefe. ¿Porqué no?
12 de diciembre de 2006
y... ¿porqué no?
Oyó ruidos fuera y se encaminó con paso firme y decidido hasta la puerta.
Con el pulso corriendo velozmente por sus venas, trató de alcanzar la llave de la luz, pero... nada cambió. Los plomos se habían vuelto a fundir, y no había luz en casa, puesto que el despertador eléctrico de su mesilla tampoco funcionaba. Así que... no se trataba tan solo de cambiar una bombilla.
Se acercó hasta su escritorio, donde tenía un vela que hacía las veces de ambientador, pero que en esta ocasión serviría como linterna.
Caminó de nuevo hasta la puerta. La abrió, y el chirrido que sonó, hizo que pusiera todos sus sensores en alerta.
Arrastrando las zapatillas, se encaminó por el pasillo, mientras la cera de la vela iba dejando su rastro por el parquet. Ya habría tiempo de limpiarlo. Ahora era el momento de ver quien, ó que cosa estaba provocando esos ruidos, y que parecían provenir del salón.
Cuando acercó su cara hasta el dintel de la puerta, se quedó de piedra al ver tres figurillas moviendose rápidamente sacando y colocando grandes cajas envueltas en papeles de colores, cerca del árbol de navidad que días antes había estado colocando junto con sus padres.
Entonces... eran ciertas esas historias con que habían alimentado su niñez.
Se dió la vuelta y se encaminó hacia su cuarto, tratando de no hacer ni un ruido.
Al llegar a la habitación, el reloj de su mesilla marcaba de nuevo la hora, y cuando apretó el interruptor de la pared, una luz anaranjada inundó la habitación.
5 de diciembre de 2006
El espejo.
Me miro en el espejo, pendiente de cada arruga y cada surco que el tiempo ha ido esculpiendo en mi cara.
Mis ojos parpadean, buscando en mi rostro señales del pasado, marcas del tiempo, muecas de dolor.
Observo mi nariz. Ellas dicen que está torcida. Tanto tiempo juntas y hasta hoy no me había fijado que era así. Antes me gustaba. Ahora, ahora.... ahora ya no se.
Ahora me debato entre mi realidad y la realidad que ellas me han mostrado. Una realidad, que no me gusta.
Prefiero vivir en mi mundo:
Donde las palabras no hieren. Son algodones dispuestos para posibles caídas.
Donde los besos son sentidos y el cariño es verdadero.
Donde la risa y el color es peremne en todas las estaciones.
Feliz largo fin de semana!!!
4 de diciembre de 2006
En el andén.

Pero... allí se quedó. Con los pies pegados al suelo, mientras veía como el tren empezaba a deslizarse por las vías, y se lo llevaba.
Levantó un brazo para que él fuera capaz de verla, mientras trató de gritar un fuerte "Hasta pronto", pero de su boca no salió nada. Las lágrimas que salieron de sus ojos y el gemido de su pecho acabaron con su grito.
Minutos antes, cuando le había tenido a su lado, le había colmado de besos. Tanto es así, que ya no quedaba ni un solo poro de la piel de aquel, que no llevara su perfume.
Se fijó en que llevaba colgada de una cadena, la pequeña medallita que le había regalado, en la que una foto suya ocupaba el mínimo habitáculo. Ójala que le pudiera ayudar en la lucha, y fuese un repulsivo para las balas. Al menos, esperaba, que ninguna taladrase su corazón.
Se habían amado apasionadamente estos últimos días, sabiendo que tal vez quizás nunca se encontrarían en este mundo, y esperando, porqué no, que una pequeña parte de aquel, se hubiera instalado en su vientre.
La guerra se lo llevaba. La guerra cruel y sangrienta. Se lo llevaba a él, y al futuro que pensaban construir en común. Y ella se quedaba sola. Y no podía parar de llorar, ni moverse de aquel andén.
1 de diciembre de 2006
Hay que joderse...
Despues de lo ñoño de ayer, hoy me voy por otros derroteros, cosas del día a día, de... por que no, esta mañana.
Hoy, no tenía ganas de caminar, y he decidido coger el metro hasta el trabajo.
He tenido suerte y en la parada en la que me he subido había sitio para sentarme, cosa que he hecho. Tenía a mi lado una pequeña, con dos coletitas, y unos ojos muy abiertos y muy grandes.
Siguiendo con la norma de que los mayores tenemos que hacerle monerías a los niños, al sentarme, le he dicho "Holaaaa". (Vamos, que uno cuando se sienta en un bar, ó en un cine, no suele ir diciendo "hola" al resto de la gente que tiene al lado, con la excusa de que es bajito, que tiene dos coletas en el pelo, ó... lo que sea.)
La niña, me ha mirado, abriendo sus grandes ojos, y si os soy sincera, me he sentido idiota, por saludar a alguien a quien no conocía en absoluto.
Volviendo al tema.
Al poquito, la niña se ha levantado y se ha dirigido hacia la que yo supongo que era su mamá, puesto que se bajaban en esa estación.
Y... volviendo a la teoría esa de las monerías, en esta ocasión, he agitado mi mano a la vez que le decía "Adios". (Ahora, mientras lo estoy escribiendo, me estoy dando más cuenta aún, de lo absurdo de la situación.)
La niña, ha sacado su manita, en la que tanto su dedo índice como el meñique permanecían erectos, y agitando su mano, respondía así a mi despedida.
Sin asimilar del todo lo que estaba viendo, me he quedado unos instantes sin reaccionar: Coño! que me saca los cuernos la criaturita. Ni que fuera la niña de los infiernos!
Hay que joderse! Le va a volver a hacer carantoñas a un niño.... su madre y su padre, que para eso han estado empleando su tiempo en procrearla!
Y.. con este sabor de boca extraño, os deseo un estupendo fin de semana!!
30 de noviembre de 2006
Lo que son las cosas
Hace ya bastante tiempo, que pensaba que estaba enamorada, y tan segura estaba de lo que era el amor, que hubiera jurado y perjurado que no había modo de sentir otro amor mayor.
Ahora se que entonces, estaba en un error.
Aquello fue... ¿como podría llamarlo? Una OBSESIÓN.
Si, yo creo que empezó siendo una amistad y terminó siendo una obsesión.
Un montón de sentimientos que giraban raudos a mi alrededor, que me confundían y me llevaban a otras dimensiones confusas de la palabra amor. Simplemente era algo que escapaba de mi ser, que me ataba y no dejaba libertad para decidir en que momento cortar el hilo que me ataba con fuerza y me atraía hacia el pozo de aquella locura que yo entendía como amor.
Es curioso como la vida, te permite conocer la cantidad de sensaciones que existen por vivir.
Ahora creo saber como es realmente lo de estar enamorado:
Sentir atracción tanto física como mental por la persona que tienes cerca. Preocuparte más por esa persona que por ti mismo. Desear su felicidad antes incluso que la tuya, y disfrutar de cada segundo que pasas con ella. Añorarla en momentos de ausencia, y sentir paz con tan solo mirar su rostro tranquilo por el sueño.
En fin. Que hoy estoy ñoña (y te echo de menos).
27 de noviembre de 2006
Ilusiones
El mago apareció sobre el escenario, vestido impecablemente, con un traje de color oscuro, que adornaba con un pañuelo fucsia que sobresalía de su bolsillo, y que más tarde utilizaría en uno de sus trucos de magia.
Le encantaba su profesión. Le gustaba observar desde su posición las caras boquiabiertas del público, sus ojos titileantes llenos de asombro y sorpresa, y sobre todo, la efusividad de los aplausos que le profesaban, una vez había terminado la sesión.
Apoyó la chistera en una mesa auxiliar que había colocado para tal efecto, y... mientras se enguantaba, hacía gestos con sendas manos, inquiriendo la atención del público para el truco final.
Cogió el sombrero con ambas manos, ahora similares a las de un mimo, y haciendo un movimiento rápido y ágil, las introdujo en la chistera, para sacar acto seguido una pequeña bandada de palomas que cruzaron la habitación, saliendo por una claraboya que había en el techo.
A la vez que el público, extasiado miraba el vuelo de las pequeñas aves, el mago, con gran destreza, continuó sacando de su sombrero cadenas de flores de vivos colores que aumentaron el clamor de la sala.
En el momento en que los aplausos y las admiraciones llenaban el teatro, sobre la tarima del escenario comenzó a formase humo, ligero al principio para convertirse en una cortina densa, que se llevó consigo al mago, dejando tan solo la chistera reluciente en el suelo.
(Basado en la película "El ilusionista", que fui a ver ayer. Quien fuera niño, para ilusionarse ante la magia, sin buscar el porqué)
Le encantaba su profesión. Le gustaba observar desde su posición las caras boquiabiertas del público, sus ojos titileantes llenos de asombro y sorpresa, y sobre todo, la efusividad de los aplausos que le profesaban, una vez había terminado la sesión.
Apoyó la chistera en una mesa auxiliar que había colocado para tal efecto, y... mientras se enguantaba, hacía gestos con sendas manos, inquiriendo la atención del público para el truco final.
Cogió el sombrero con ambas manos, ahora similares a las de un mimo, y haciendo un movimiento rápido y ágil, las introdujo en la chistera, para sacar acto seguido una pequeña bandada de palomas que cruzaron la habitación, saliendo por una claraboya que había en el techo.
A la vez que el público, extasiado miraba el vuelo de las pequeñas aves, el mago, con gran destreza, continuó sacando de su sombrero cadenas de flores de vivos colores que aumentaron el clamor de la sala.
En el momento en que los aplausos y las admiraciones llenaban el teatro, sobre la tarima del escenario comenzó a formase humo, ligero al principio para convertirse en una cortina densa, que se llevó consigo al mago, dejando tan solo la chistera reluciente en el suelo.
(Basado en la película "El ilusionista", que fui a ver ayer. Quien fuera niño, para ilusionarse ante la magia, sin buscar el porqué)
24 de noviembre de 2006
simplemente.. ... cambios.
Cuando apareció entre la multitud, reconocí su cara. Mostraba una bella sonrisa, que llenaba de luz su faz, transmitiendo una belleza corpórea mayor que en otras ocasiones en las que nos habíamos visto.
Ya en el café, nos sentamos una enfrente de la otra.
Hablamos largo y tendido, del día a día, de la vida, de los cambios.
Y.. fue entonces cuando me notificó el gran cambio que se avecina en su vida con la llegada de un bebé.
Cambios físicos y sociales, que entrañan la mayor aventura del ser humano, como es el dar vida a un nuevo ser.
Sentir que algo se mueve sin tu interior, que nada en tu vientre, que eres su sustento y mundo, debe ser algo maravilloso de experimentar.
(Ahora... que conste que de momento no me ha llegado el instinto maternal.)
Feliz fin de semana,
Ya en el café, nos sentamos una enfrente de la otra.
Hablamos largo y tendido, del día a día, de la vida, de los cambios.
Y.. fue entonces cuando me notificó el gran cambio que se avecina en su vida con la llegada de un bebé.
Cambios físicos y sociales, que entrañan la mayor aventura del ser humano, como es el dar vida a un nuevo ser.
Sentir que algo se mueve sin tu interior, que nada en tu vientre, que eres su sustento y mundo, debe ser algo maravilloso de experimentar.
(Ahora... que conste que de momento no me ha llegado el instinto maternal.)
Feliz fin de semana,
23 de noviembre de 2006
Ir de compras.
A pesar de que alguien ha difundido la idea de que a las mujeres nos encanta ir de tiendas, esto, no es así en realidad. Es más, yo creo que hay días en los que retorceríamos el cuello a cualquiera que insinuara que ir de tiendas es el hobby number 1 de las mujeres.
Y... es que a mi modo de ver, hay que diferenciar lo de ir de tiendas sin ninguna meta que alcanzar, a ir de tiendas con la idea de que tienes que encontrar tal cosa, con tal presupuesto, y en tal día.
Ayer salí de tiendas.
Fue un día de esos que es mejor quedarse en casa, pero como previamente no sabía que sería así, tuve que esperar 3 horas para darme cuenta que terminaría más tarde o mas temprano yéndome a casa con las manos vacías. Tal y como sucedió.
Sinceramente, por más que buscara camisetas o jerseys... no había nada en ningún estante que cumpliera todas las premisas: Si me gustaba era muy caro, y, si me gustaba y no era muy caro, entonces me quedaba mal, o bien muy justo, ó bien muy ancho.
Yo nunca he sabido que es ir a comprar sin tener que pensar lo que te queda en la tarjeta. Simplemente, decir...esto me gusta, me queda como un guante a medida... pues ale.. Ring! que pase la tarjeta.
Un día en la vida nos deberían dejar sentir esa sensación, ¿no?
Y... es que a mi modo de ver, hay que diferenciar lo de ir de tiendas sin ninguna meta que alcanzar, a ir de tiendas con la idea de que tienes que encontrar tal cosa, con tal presupuesto, y en tal día.
Ayer salí de tiendas.
Fue un día de esos que es mejor quedarse en casa, pero como previamente no sabía que sería así, tuve que esperar 3 horas para darme cuenta que terminaría más tarde o mas temprano yéndome a casa con las manos vacías. Tal y como sucedió.
Sinceramente, por más que buscara camisetas o jerseys... no había nada en ningún estante que cumpliera todas las premisas: Si me gustaba era muy caro, y, si me gustaba y no era muy caro, entonces me quedaba mal, o bien muy justo, ó bien muy ancho.
Yo nunca he sabido que es ir a comprar sin tener que pensar lo que te queda en la tarjeta. Simplemente, decir...esto me gusta, me queda como un guante a medida... pues ale.. Ring! que pase la tarjeta.
Un día en la vida nos deberían dejar sentir esa sensación, ¿no?
22 de noviembre de 2006
La musa.
Hasta ahora nunca pensé en su existencia.
Pero... de un tiempo a esta parte noto su ausencia. Viene y va silenciosa, sin hacer ruido, y sin dejar ni siquiera un rastro de olor que poder seguir.
Viene, deja su recado en el aparador de los recados preparados para ser recibidos y se va como ha venido. En silencio.
Hubo un tiempo, que me visitaba todos los días. Quizás en aquellos, la puerta estaba siempre abierta esperando su regalo, aún sin saber que esto era así.
Ahora... parece que el aire caprichoso cierra la puerta ante su cara.
Y.. ella se va por donde ha venido. Tranquila, sosegada y de nuevo silenciosa. Cargada con su regalo hasta el día siguiente en espera de que la puerta esté de nuevo abierta.
Tengo miedo de que un día, tal vez decida no volver. Se lleve las ideas, los sueños vaporosos, los cuentos aún no contados y las historias por empezar.
Quizás un día, mi musa decida vagar entre los campos amarillos...
Pero... de un tiempo a esta parte noto su ausencia. Viene y va silenciosa, sin hacer ruido, y sin dejar ni siquiera un rastro de olor que poder seguir.
Viene, deja su recado en el aparador de los recados preparados para ser recibidos y se va como ha venido. En silencio.
Hubo un tiempo, que me visitaba todos los días. Quizás en aquellos, la puerta estaba siempre abierta esperando su regalo, aún sin saber que esto era así.
Ahora... parece que el aire caprichoso cierra la puerta ante su cara.
Y.. ella se va por donde ha venido. Tranquila, sosegada y de nuevo silenciosa. Cargada con su regalo hasta el día siguiente en espera de que la puerta esté de nuevo abierta.
Tengo miedo de que un día, tal vez decida no volver. Se lleve las ideas, los sueños vaporosos, los cuentos aún no contados y las historias por empezar.
Quizás un día, mi musa decida vagar entre los campos amarillos...
20 de noviembre de 2006
Buenos días!
La mañana despierta perezosa, tímida de mostrarse tal es. Vergonzosa de enseñarnos su esplendor.
La oscura noche se torna violeta, permitiéndose vislumbrar las sombras de las nubes corriendo en pos de la luna que ha abandonado la escena de acción.
El sol se despereza en la llanura, estirando cada uno de sus rayos, en su ejercicio diario.
Un poco más abajo, las briznas de hierba que aún quedan, se desperezan saludando las primeras gotas de luz que les llegan. Parecen nerviosas y angustiadas por el frío que pronto llegará.
El tren avanza con una marcha uniforme entre la sierra. Serpentea las montañas y cruza los cauces de pequeños riachuelos, aún sin agua, en espera de la lluvia otoñal.
El calor del tren, adormila los pasajeros. Algunos leen. Otros duermen. Pero todos sueñan que esta semana se cumplan sus deseos.
La oscura noche se torna violeta, permitiéndose vislumbrar las sombras de las nubes corriendo en pos de la luna que ha abandonado la escena de acción.
El sol se despereza en la llanura, estirando cada uno de sus rayos, en su ejercicio diario.
Un poco más abajo, las briznas de hierba que aún quedan, se desperezan saludando las primeras gotas de luz que les llegan. Parecen nerviosas y angustiadas por el frío que pronto llegará.
El tren avanza con una marcha uniforme entre la sierra. Serpentea las montañas y cruza los cauces de pequeños riachuelos, aún sin agua, en espera de la lluvia otoñal.
El calor del tren, adormila los pasajeros. Algunos leen. Otros duermen. Pero todos sueñan que esta semana se cumplan sus deseos.
17 de noviembre de 2006
Palabras más.. palabras menos.
Son las palabras, instrumentos de precisión, que, como el bisturí en manos de un médico inexperto, puede causar un daño irreparable.
Palabras, como flechas envenenadas, directas a clavarse en tu corazón, y astillar tu autoestima y emoción.
Son las palabras, dulces de azúcar y algodón, que permiten acoger con suavidad una caída, arroparte en las noches de frío, tranquilizar las manos temblorosas, dar luz cuando la oscuridad es total.
Ya en el vientre de la madre, son las palabras, nuestro primer contacto con el mundo exterior, lanzándonos un pulso, transmitiendonos la electricidad del mañana.
Pueden ser las palabras traicioneras de nosotros mismos, hipócritas con nuestros pensamientos y aún así inherentes a nuestro ser.
Palabras, como flechas envenenadas, directas a clavarse en tu corazón, y astillar tu autoestima y emoción.
Son las palabras, dulces de azúcar y algodón, que permiten acoger con suavidad una caída, arroparte en las noches de frío, tranquilizar las manos temblorosas, dar luz cuando la oscuridad es total.
Ya en el vientre de la madre, son las palabras, nuestro primer contacto con el mundo exterior, lanzándonos un pulso, transmitiendonos la electricidad del mañana.
Pueden ser las palabras traicioneras de nosotros mismos, hipócritas con nuestros pensamientos y aún así inherentes a nuestro ser.
15 de noviembre de 2006
"Hasta luego"
Cuando yo entre en el vagón, ellos ya estaban allí.
Charlaban animadamente. El ruido del tren y los demás rumores de conversaciones anexas apagaban la suya. (No puedo contaros de que hablaban, y dicho sea de paso, supongo que tampoco estaría bien.)
Ambos de pie, uno al lado del otro, mirando ocasionalmente por la ventanilla para no saltarse la parada.
Supongo que su destino estaba cerca, cuando ella se movió acercándose hacia la puerta.
En ese momento, el tono de su conversación cambió debido a algo que había recordado y que tenía que decir imperiosamente.
Su voz sonaba inquisidora cuando de su boca salieron las siguientes palabras:
"¿Has sacado las pechugas del congelador?".
Él, nego con la cabeza, e hizo gestos excusándose.
Ella, giró bruscamente su cabeza en dirección a la puerta de salida, y, mientras él susurraba dulcemente de sus labios un "Hasta luego", ella salió del vagón sin mirar siquiera atrás.
Charlaban animadamente. El ruido del tren y los demás rumores de conversaciones anexas apagaban la suya. (No puedo contaros de que hablaban, y dicho sea de paso, supongo que tampoco estaría bien.)
Ambos de pie, uno al lado del otro, mirando ocasionalmente por la ventanilla para no saltarse la parada.
Supongo que su destino estaba cerca, cuando ella se movió acercándose hacia la puerta.
En ese momento, el tono de su conversación cambió debido a algo que había recordado y que tenía que decir imperiosamente.
Su voz sonaba inquisidora cuando de su boca salieron las siguientes palabras:
"¿Has sacado las pechugas del congelador?".
Él, nego con la cabeza, e hizo gestos excusándose.
Ella, giró bruscamente su cabeza en dirección a la puerta de salida, y, mientras él susurraba dulcemente de sus labios un "Hasta luego", ella salió del vagón sin mirar siquiera atrás.
14 de noviembre de 2006
Esperaré.
Te esperaré con los brazos abiertos para colmarte de caricias.
Soñaré cada noche contigo, para cumplir nuestros sueños juntos, aún cuando estemos separados.
Anhelarán mis manos el contacto con las tuyas, y el suave roce de tu piel.
Esperaré con ansia el sabor de cada uno de tus besos.
Procuraré llevar conmigo el recuerdo de tus ojos cuando miran, y lo bello de tu rostro cuando duermes.
Suspiraré por un viernes y un tren que me lleve a tí.
Soñaré cada noche contigo, para cumplir nuestros sueños juntos, aún cuando estemos separados.
Anhelarán mis manos el contacto con las tuyas, y el suave roce de tu piel.
Esperaré con ansia el sabor de cada uno de tus besos.
Procuraré llevar conmigo el recuerdo de tus ojos cuando miran, y lo bello de tu rostro cuando duermes.
Suspiraré por un viernes y un tren que me lleve a tí.
13 de noviembre de 2006
Lágrimas anónimas en un vagón de metro.
No recuerdo en que momento entró en el vagón del metro, ni siquiera el momento en el que encontró un asiento vacío y se sentó.
Era una mujer de unos 30 y tantos años, con el cabello moreno y liso. Tenía una melena que le llegaba hasta los hombros, ó incluso un poco más. No llevaba ningún peinado sofisticado. Solamente una raya en medio para delimitar el rumbo de su pelo.
Llevaba un vestido de punto, con rayas de colores, y unas manos nerviosas que mesaban sus cabellos, en un angustiado nerviosismo.
Cuando miré su cara, vi que, en su expresión había una mueca de dolor. Su boca torcida cortó lo que sería un sollozo, y sus manos, trataban de estirar como podían la piel que rodeaba sus ojos.
Supongo que cada una de sus yemas de los dedos llevarían impresas el tacto de una lágrima fortuita, que ella trataba de esconder.
En varias ocasiones se llevó las manos a los ojos, y en varias ocasiones éstos se humedecieron con su llanto.
Estaba planteándome acercarme y darle un golpecillo en el hombro para decirle que, seguramente nada se merecía sus lágrimas, cuando de repente la ví salir del vagón y dirigir sus pasos a la salida.
Imagino que el ruido de la calle y el aire turbio de la tarde calmarían su pena.
Era una mujer de unos 30 y tantos años, con el cabello moreno y liso. Tenía una melena que le llegaba hasta los hombros, ó incluso un poco más. No llevaba ningún peinado sofisticado. Solamente una raya en medio para delimitar el rumbo de su pelo.
Llevaba un vestido de punto, con rayas de colores, y unas manos nerviosas que mesaban sus cabellos, en un angustiado nerviosismo.
Cuando miré su cara, vi que, en su expresión había una mueca de dolor. Su boca torcida cortó lo que sería un sollozo, y sus manos, trataban de estirar como podían la piel que rodeaba sus ojos.
Supongo que cada una de sus yemas de los dedos llevarían impresas el tacto de una lágrima fortuita, que ella trataba de esconder.
En varias ocasiones se llevó las manos a los ojos, y en varias ocasiones éstos se humedecieron con su llanto.
Estaba planteándome acercarme y darle un golpecillo en el hombro para decirle que, seguramente nada se merecía sus lágrimas, cuando de repente la ví salir del vagón y dirigir sus pasos a la salida.
Imagino que el ruido de la calle y el aire turbio de la tarde calmarían su pena.
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