22 de noviembre de 2006

La musa.

Hasta ahora nunca pensé en su existencia.

Pero... de un tiempo a esta parte noto su ausencia. Viene y va silenciosa, sin hacer ruido, y sin dejar ni siquiera un rastro de olor que poder seguir.

Viene, deja su recado en el aparador de los recados preparados para ser recibidos y se va como ha venido. En silencio.

Hubo un tiempo, que me visitaba todos los días. Quizás en aquellos, la puerta estaba siempre abierta esperando su regalo, aún sin saber que esto era así.

Ahora... parece que el aire caprichoso cierra la puerta ante su cara.

Y.. ella se va por donde ha venido. Tranquila, sosegada y de nuevo silenciosa. Cargada con su regalo hasta el día siguiente en espera de que la puerta esté de nuevo abierta.

Tengo miedo de que un día, tal vez decida no volver. Se lleve las ideas, los sueños vaporosos, los cuentos aún no contados y las historias por empezar.

Quizás un día, mi musa decida vagar entre los campos amarillos...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que ese día no ocurra ,¿Quién mnos haría mas llevaderas las mañanas?

Lunarroja dijo...

No te preocupes demasiado: las musas no nos abandonan definitivamente. Van y vienen, juegan, se entretienen, desaparecen a ratos, pero siempre vuelven.
Puedes estar segura.

Besos y hoy, más que y nunca y sobre todo, inspiración.

Acus dijo...

Pues qué afortunados serían los campos amarillos...
La musa, gran compañera en esos mundos por explorar, confidente de secretos aun por inventar, regazo donde descansar la imaginación...