17 de enero de 2007

Palabras más, palabras menos


Las palabras tienen vida. Yo nunca he dudado de ello.
Las palabras pueden dar, y quitar parte de vida. Jamás sostuve ninguna duda al respecto.

Las palabras pueden retorcerse en cuanto rozan los labios, intercambiandose por otras de similar apariencia, pero de significado antagónico, cuya misión, como si fuera un misil, es llegar al foco y desvencijar su muralla.

Si. Las palabras, como la flecha tirada, nunca vuelven hacia atrás. Todo lo dicho, permanece en el aire, queda perennemente allí, siempre acechando y esperando que los oídos estén preparados a escuchar de nuevo.

Son poderosas las palabras. Tan solo la mal interpretación de una sola de ellas, es capaz de generar la guerra más sangrienta, ó la paz más duradera.

Y... a ellas, a las palabras, son a quienes debemos lo que somos y la forma en que somos. Para bien... o para mal.

3 comentarios:

Acus dijo...

A veces las palabras se disfrazan de gestos; otras veces se rebelan y se escapan a través de la mirada. En otras ocasiones, las palabras no quieren salir al exterior, pero piensan tan alto, que somos capaces de oírlas.

Un beso enorme Perovsquita.

isterica dijo...

Y que lo digas, a mí algunas se me están clavando como si de cristales rotos sobre la piel se trataran. Y lo malo es que no se las lleva el viento, sino que las malas se quedan como si de la polución se tratase.

Perovsquita dijo...

Cierto, eso es lo malo de las palabras. Que aquellas que nos gustaría que acolchasen nuestra almohada se escapan lejos, y sin embargo aquellas otras que la hacen más dura permanecen con nosotros más de lo qeu a nosotros nos gustaría.