9 de julio de 2010

Comenzamos...

Si entre este desorden apareciera ante mí una lámpara mágica.... creo que podría cambiar el mundo, ó al menos podría conseguir que el genio me ayudara con la limpieza, ¿no? - Eso pensaba Emilia mientras posaba sus ojos sobre la marabunta de cachivaches, cacharros y objetos que, ya deberían haber terminado en la basura tiempo atrás, y que se acolmaban y almacenaban sin orden alguno en el desván de su casa.

Ayer, su madre le había insistido en que ya era el momento de hacer del desván un lugar más habitable y que no sólo fuera cuna para ácaros y demás bichos que se alimentan del polvo y las pelusas.

Así que... allí estaba Emilia, rebuscando entre cajas, bolsas y más cajas, todo aquello que pudiera rescatarse del olvido irremediable, y... por cada objeto que encontraba, su mente volaba hasta los recuerdos que estaban inherentes en ellos, y así pasaban los minutos, y las horas, y el volumen de desorden seguía igual.



- continuará-

1 comentario:

JuanMa dijo...

En el desván, cada objeto tiene recuerdos pegados, y cuesta un mundo eliminarlos (normalmente, además, no queremos).

Un beso en el desván.