20 de febrero de 2007

Odios.

Habeís leido bien: odios.

Ya se que desde que eramos pequeños han intentado que nos deshiciéramos de esa palabra en nuestro diccionario. Y... bueno, es verdad que puede resultar un tanto radical y quizás brusca en su sentido más extenso.

Pero... para evitar que pueda parecer muy brusco el post de hoy, para empezar la semana, digamos que podríamos traducir la palabra "odios" por.... "todas esas cosas que me sacan de mis casillas", y aquí no entra para nada ningún portero, a no ser quue alguno os hinche alguna vena...

¿El porqué de este post? Pues bien. Tengo que remontarme a... exactamente una semana atrás. Hace una semana, como todos los lunes, cogí el tren para dirigirme al trabajo a unas hora digamos que... tempranas, lo cual significa levantarse de la cama a unas horas... bastante más tempranas, así que... durante el trayecto, la principal preocupación es tratarse de quedar dormido, para aguantar la jornada del día.

Pues bien. Estaba yo en esas... cabeceando cada dos por tres, cuando el tren hace su paso por Avila, donde se subió un batallón de gente a mi vagón (al vagón donde yo iba), comandado por un par de señoras que al igual que si estuvieran vendiendo lechugas en el mercado de abastos, ellas hacían públicos los sitios vacíos que podían ocupar sus colegas.
Ni que decir tiene, que tuve la grandíiiiisima suerte de que la cabecilla se me sentara justamente al lado, y que su segunda de a bordo se sentara al lado, tras el pasillo.

Se pasaron todo el resto del trayecto hablando. ¿Hablando? Um... gritando diría yo. Se contaron de todo. De los pisos en alquiler que tenía una, de los hijos que tenía la otra, de los intercambios de los hijos de la una, de los comentarios de los amigos de los hijos de la otra..... bla bla bla bla bla bla. Total!! que me jodieron toda posibilidad de echarme otra cabezadita, y no contentas con eso, tambien impedían que la lectura de cualquier libro, por mi interesante que fuera, quedara anulado por la berborrea que ambas verduleras empleaban.

Pasó la semana, y cual fue mi sorpresa cuando el viernes en el tren de regreso a casa, tengo la fatídica suerte de que de nuevo la cabecilla se me sienta al lado. Me alegré que no venía secundada por la otra, pero... cual fue mi estado, cuando veo que se pone a hablar con un compañero suyo que estaba sentado un poquito por delante de ella. Pufffff!, se me cayó el mundo a los pies. A dios gracias, el compañero no debía de tener ganas de conversación y eludió la de ésta, cosa que hizo que la señora en cuestión sacara un libro y se pusiera a leer.

Estaba yo, ya sonriendo por la tranquilidad que esperaba del viaje, cuando... cual fue mi sorpresa cuando la veo que saca una bolsa de maíces y se prepara para comerlos... ó... ¿tendría que decir engullirlos?
Abrió por una esquina la bolsa, de tal modo que vertía los "kikos" directamente de la bolsa a su boca. Puaggghhhh....
El olor de los kikos inundó parte del vagón, pero la señora siguió rumiando maiz, hasta que llegó a su destino.

Así que... me he dado cuenta que odio que la gente grite desmesuradamente, cuando lo que se desea es un poco de tranquilidad. Pero lo que más odio por encima de eso, es la gente que come maíces de esos olorosos en habitáculos minúsculos.

Por cierto: ¿y vosotros? ¿que es lo que odiais?

9 comentarios:

Acus dijo...

A mí el maíz me encanta, pero no lo tomaría en el tren, claro.

Yo no soporto que las personas tiren papeles, envoltorios, chicles, etc., al suelo. Si uno no es capaz de tener sentido común y buen comportamiento cívico, me molesta.

Hablando de trenes, por ejemplo, me fastidia que vaya a salir del vagón y haya otro que intente entrar a toda prisa para coger sitio. Que se espere a que salgamos todos y luego que entre.

Y aunque no me haya pasado, también me molestaría que me clavaran un bolígrafo en el ojo, je.

Un beso.

Perovsquita dijo...

jejejeje

Creo que lo del boli.. a mi tambien me molestaría.

isterica dijo...

yo es que chillo mucho al hablar aunque no tengo la voz de pito (eh?), pero me gusta la gente que dice claramente que es lo que odian. Los que dicen que no odian nada, me parecen unos falsos y que van a tener al final úlcera de estómago de tanto retener lo que piensan de verdad.

Perovsquita dijo...

Lo malo de declarar abiertamente los odios, istérica, es que.... uno puede parecer un insociable por naturaleza...

KAMELAS dijo...

Eso no es nada ... la ultima vez que me monte en un autobus en Benidorm, un grupo de senyoras se montaron con las castanyuelas ...

.. como recien salidas de un sketch de los Morancos !!!

De todos modos, Perosquita, seguro que en todos esos viajes en tren te ha pasado algo emocionante, o has conocido a alguien que te gustara, o has cruzado una de esas miradas con algun mozo guapo que se te haya sentado al lado ..

Para cuando esas historias ??

Besos

Perovsquita dijo...

Bienvenido Kamelas!!
Cuanto tiempo sin saber de tí. Espero que todo vaya genial. Y...ya sabes. Aquí estamos preparados para entrar en tu rinconcito de la blogsphera cuando quieras.

Respecto a las demás historias... todo se andará.

Saludos!

alida dijo...

El olor a palomita es odioso o cualquier chuchearía sonando el papelito de celofán uffsss pero de verdad que me molesta horrible alguien que hable en tono fuerte como para que todo el mundo se entere que le sucede
Y que me dices de unos cabellos que tienen días que no se han lavado
Saludos

César González dijo...

Me molestan los perros que ladran a las tres d la madrugada frente a mi casa. Eso, y la gente mezquina. Saludos

Perovsquita dijo...

Alida, que razón tienes. Sobre todo si es en el cine cuando el sonido de la bolsa de las palomitas con el ñam ñam de la gente comiendo...

Y.. César, lo de los perros es imperdonable. Y.. no te quiero ni contar lo que ocurre cuando mean en el ascensor, y su dueño en lugar de limpiarlo únicamente echa agua. Cuando el agua se seca, el hedor que se prepara es.....