17 de agosto de 2009

El mensaje

El teléfono no paraba de comunicar aquella tarde, y era de imperiosa necesidad contactar con él. Parecía como si las líneas se hubieran cortado ó los satélites hubieran dejado de emitir señales. Aquel maldito tu-tuu, tu-tuu, tu-tuu, no paraba de sonar, cada vez que marcaba su número en aquel teléfono. Y con cada nuevo intento, sus dedos iban aumentando el temblor.

Creo que podría haber tirado lejos aquel aparato, si no hubiera sido porque era la única forma de encontrarle.
Dejó el auricular en el receptor, y agobiada por la tensión del momentó, agarró con firmeza la cajetilla de tabaco que estaba sobre la mesa. La abrió bruscamente y llevándose un cigarrillo a los labios, volvió a descolgar el teléfono para probar suerte una última vez.

De repente una voz sonó al otro lado, justo cuando el humo del cigarro entraba por sus pulmones:
Si? no ha habido conexión en toda la mañana.
Tienes que volver. Es urgente.... - acertó a decir su voz, casi ahogándose con el humo.

Y de nuevo el sonido, tu-tuuu, tu-tuuuu, tu-tuuuuu.
Y ella, se quedó como si el tiempo se hubiera parado, esperando haber sido capaz de transmitir el mensaje...




2 comentarios:

JuanMa dijo...

A veces un mensaje pesa como una losa al pobre mensajero...

Besos que no pesen mucho.

El búho rojo dijo...

Extraña sensación de necesidad e impotencia al mismo tiempo.

Un beso