1 de febrero de 2008

carnaval, carnaval

Se miró ante el espejo comprobando que el efecto final era el deseado.

La falda negra era perfecta. Le había costado encontrarla, pero al final, había dado con la talla, la textura y el color precisos. Era de un tacto suave, como de ante, y emitía pequeños brillos al ritmo de su movimiento, lo que le daba un toque sensual.

Se ajustó el pañuelo alrededor del cuello de la camisa. El contraste del plateado del pañuelo con el burdeos de la camisa le daba un toque misterioso a la vez que elegante, que era justamente lo que buscaba.

Echó un vistazo a los zapatos. Sobrios, discretos y sobre todo cómodos. Imprescindible para bailar sobre ellos sin descanso.

Como la noche se prometía fría, se caló sobre los hombros una hermosa capa negra, que anudó al cuello.

Una última mirada le hizo recordar que aún no podía salir. Asió con su mano una máscara plateada que ocultaba su cara, y mostraba tan solo unos ojos de un color azul intenso.

Ahora, ahora ya estaba lista para una noche imborrable de carnaval.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

pero no pones de qué es el disfraz!!!

Perovsquita dijo...

Cierto!
Pensé que con la foto os haríais una idea.
Es un disfraz de los carnavales de Venecia. (O eso he pretendido).

Felices carnavales!

almena dijo...

Y que la fantasía se haga dueña de la noche.

:)

Lunarroja dijo...

¡Qué envidia! Mira que me gusta disfrazarme... y mira qué pocas veces lo hago.

Disfruta tú si puedes.
;-)
Un beso fuerte.

JuanMa dijo...

mmmm ¿Con qué otras máscaras la haría cruzarse el destino?

Besos.