La vida es un ir y venir de gente que viene... y va.
Caras nuevas que se acercan, se alejan, vienen y van.
En las estaciones del tren de la vida, hay mucho bullicio de gente, conocidos, desconocidos, anónimos, con nombre y apellido, cercanos, lejanos, rubios, morenos, hombres, mujeres, niños, niñas, poetas, líricos, caballeros en busca de su dama, damas en busca de su dragón, jóvenes dispuestos a combatir con cualquier dragón, románticos buscando su amor, presos de su locura, sedientos de aventuras, cómicos sembrando risas por doquier, artistas a la caza de la obra que les lance al estrellato, locos, locos por vivir.
Algunos, sólo están contigo en esa estación, mientras esperas que llegue el tren, otros, te acompañan durante un par de paradas, y algunos incluso, se deciden a recorrer contigo todo el trayecto.
Los hay con los que compartes vivencias, curiosidades, aventuras, y un buen día, de repente, se bajan de tu tren para coger otro, en alguna otra estación, y sabes que tal vez no vuelvas a coincidir, ó incluso a tener noticias de ellos.
Sin embargo... te queda el recuerdo.
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