A ellas, que nos sujetan fuertemente cuando nos ven por primera vez, y aún sin estar arregladitos, ya se quedan prendadas de nosotros durante toda su vida.
A ellas que sujetan nuestros primeros pasos, y nos indican la senda a seguir.
A ellas, que escuchan con atención nuestras palabras y grabaron en su memoria la primera vez que las oyeron.
A ellas, que lloran con nuestras lágrimas y ríen con nuestras risas.
A ellas, que nos descubren el sabor dulce y salado tanto en la vida, como en la cocina. Así como los sinsabores de los esfuerzos malogrados.
Nos enseñan, que el esfuerzo tiene su recompensa, que no todo se consigue en esta vida, que hay que ser fiel a nuestros principios, y seguirlos por encima de todo.
A ellas, que nos muestran mejor que cualquier anuncio, que hay veces en las que hay que decir NO.
A ellas, que siempre estarán ahi para darnos todo su cariño y su apoyo.
Ellas, que se merecen todo el cariño del mundo, que llevan sin prepotencia la medalla de oro de las Olimpiadas de la vida.
A ellas, por ser como son. Por ser nuestras madres.
2 comentarios:
Me uno a tu homenaje, claro.
Lss mamis... ¿qué haríamos sin ellas?
Muchas gracias a vosotras por las vuestras.
Es cierto, ¿que haríamos sin ellas?
¿Les demostramos realmente lo que las necesitamos?
Yo por mi parte, cada vez le doy un abrazo más fuerte a la mía.
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