Sin darse apenas cuenta, sus ojos se abrieron, ó mejor dicho, se semi-abrieron, y comenzó a moverse impulsando todos sus miembros y tratando que por estos recorriera la sangre.
Algó se rompió mientras se movía, pero siguió desperezándose. Alzó sus articulaciones superiores y cuando una brisa de aire le golpeó en la cara, terminó por abrir los ojos del todo.
Notaba el estómago en su interior clamando a gritos, y consideró que era hambre lo que tambien se había despertado conjuntamente con él.
Sin mucho tiento, y balanceandose torpemente sobre sus extremidades posteriores, comenzó a caminar.
Dejó que fuera la nariz quien guiara sus pasos y siguió avanzando en su ruta.
El suelo por el que pisaba al principio suave y cálido, se tornaba ahora frío y húmedo. Pero lo que parecía un cambio a peor, resultaba ser todo lo contrario. La arena caliente había terminado por quemar las plantas de sus pies, y este cambio suponía un descanso y un remedio curativo.
Levantó la cabeza para mirar al horizonte. Un rayo de sol, por un momento cegó sus ojos, pero en cuanto sus pupilas se cerraron, observó maravillado todo cuanto le rodeaba.
Quedaba mucho aún para llegar a su destino, pero... el olor que le llegaba, le indicaba que no podía desfallecer ahora y que debía continuar en su empeño.
El mar estaba ya muy cerca.
4 comentarios:
¡Venga animo que las olas ya se notan!
Pez, tu en cosa de olas, eres experto, no?
Saludos
mmm para él, todo un mundo por recorrer
:)
Cierto Almena. Todo un océano de experiencias por delante.
Saludos!
Publicar un comentario