En otro tiempo hubiera sido quemada en la hoguera por su color de pelo. Era este, de un tono rojizo anaranjado. Su tez blanca, invadida de pequeñas pequitas le conferían un aspecto rosado.
Miraba hacia todos los lados, buscando un sitio para sentarse y poder degustar la comida que portaba en su bandeja. Una sopa de color amarillento y un filete empanado iban a consistir en el menú del día. Alegrando la bandeja, una manzana roja ocupaba el sitio de honor.
Al final, dejó su bandeja enfrente de donde yo me encontraba. Apenas si dijo "hola" ó si quiera "buen provecho", y comenzó a engullir su comida, totalmente aislada del mundo próximo.
No pude evitar fijarme en su pelo, y comenzar a imaginar que hubiera sido de ella en los tiempos en los que las brujas y las hogueras eran gran parte del comentario diario en las ciudades.
Quizás en su bolso llevara alguna pócima para conseguir el amor verdadero ó tal vez el secreto de la juventud, ó mejor aún, como convertir en rana a cualquiera que le moleste.
No tenía ninguna verruga en la nariz. De eso, estoy totalmente segura, así que... deduzco que no hubiera sido una bruja mala. A lo mejor en su bolso había sitio para una varita mágica, de esas que cumplen los deseos más insospechados.
En cualquier caso y de cualquier modo, utilizó su magia para conseguir que el post de hoy estuviera dedicado a todas esas brujitas que un buen día se cruzan por nuestra vida y cumplen uno de nuestros deseos.
2 comentarios:
A veces, les cuesta poquísimo cumplirlo. En mi caso, una mirada y una sonrisa suelen ser más que suficiente...
Un beso.
;-) La verdad es que una bella mirada y una linda sonrisa, pueden conseguir más que cualquier hechizo ó pócima que se precie.
Saludos!
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