Si mi barco va directo a la deriva, yo, me voy con él.
Si mi barco se hunde irremediablemente, yo, me hundo con él.
Si el mar se encabrita, mi barco trata de dormarlo, tal como haría un fornido y experimentado vaquero del oeste, cuando a horcajadas sobre un caballo, a éste, lo trata de domar.
Cuando ya la tripulación ha huído hacia los botes, y tan solo quedo yo, me hundo, en mi solo intento de creer que he tratado de hacerlo bien.
Cuando mi barco se hunde...yo, me hundo con él.
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