No recuerdo en que momento entró en el vagón del metro, ni siquiera el momento en el que encontró un asiento vacío y se sentó.
Era una mujer de unos 30 y tantos años, con el cabello moreno y liso. Tenía una melena que le llegaba hasta los hombros, ó incluso un poco más. No llevaba ningún peinado sofisticado. Solamente una raya en medio para delimitar el rumbo de su pelo.
Llevaba un vestido de punto, con rayas de colores, y unas manos nerviosas que mesaban sus cabellos, en un angustiado nerviosismo.
Cuando miré su cara, vi que, en su expresión había una mueca de dolor. Su boca torcida cortó lo que sería un sollozo, y sus manos, trataban de estirar como podían la piel que rodeaba sus ojos.
Supongo que cada una de sus yemas de los dedos llevarían impresas el tacto de una lágrima fortuita, que ella trataba de esconder.
En varias ocasiones se llevó las manos a los ojos, y en varias ocasiones éstos se humedecieron con su llanto.
Estaba planteándome acercarme y darle un golpecillo en el hombro para decirle que, seguramente nada se merecía sus lágrimas, cuando de repente la ví salir del vagón y dirigir sus pasos a la salida.
Imagino que el ruido de la calle y el aire turbio de la tarde calmarían su pena.
5 comentarios:
Suele pasar, en una ciudad con tanta gente y a veces te sientes tan sola...
A mí me ha pasado muchas veces :-(
perovsquita, eres buena y ademas un gran escritora, seguro que tienes un novio guapo, listo, inteligente, gracioso, cariñoso, elegante y con una sony bravia, sino no lo verñia justo.
Chiralilla:
Lo peor de la soledad, es estar sola y rodeado de gent por todos lados.
Mr Potato:
Ha dado usted en el clavo. Sobre todo en lo de la sony bravia. jejeje
Sí, puedo imaginar cómo te sentiste...
Un abrazo!
¡Qué impotencia ver a alguien desconocido llorar a tu lado! ¿Te acercas para animarle o no? Gran dilema. Yo soy de los que no le gusta que alguien se acerque a intentar animarle.
La verdad, se te encoge el corazón cuando ves que las lágrimas de otra persona llevan dolor y amargura. Besos Perovsquita
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